¿Cómo se protege la fidelidad?
Una vez que ha pasado la emoción inicial de compartir con tu pareja una casa, una vida juntos y de las celebraciones que hayan decido llevar a cabo para ello, comienza la realidad: la vida día a día, el regreso a las actividades cotidianas y el paso del tiempo en pareja.
Una de las mejores decisiones que podemos tomar en la vida es ser fieles, porque nos convertimos en personas confiables y vivimos en paz con nosotros mismos y con los demás. Por eso, es necesario recordar que el amor es más que un sentimiento, es más que una emoción pasajera, es un acto de la voluntad que se sostiene en el tiempo con valor, determinación, perseverancia, detalles y una buena comunicación. Es un acto de la voluntad que produce los mejores sentimientos, y que proporciona estabilidad y seguridad a la vida familiar.
Para lograrlo, debemos ser conscientes cada día de lo que estaría en juego si nos dejamos llevar por nuestros impulsos: lo primero que perderíamos sería la capacidad de amar, la seguridad del hogar, la paz interior, la confianza en las personas y la claridad en nuestra mente.
Así como hay que pagar un alto precio por lo que tiene un gran valor, igualmente, la paz interior, la felicidad de la familia y los votos matrimoniales son merecedores de nuestro esfuerzo y entrega. Nos casamos para ser fieles el uno al otro, para acompañarnos en las buenas y en las malas, en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza y hasta que la muerte nos separe.
¿Cómo protegemos la fidelidad?
- Asumiendo la responsabilidad de mis actos: Cuando soy infiel, soy el único responsable de la decisión que tomé. No podemos creer que alguien nos indujo, debemos asumir la responsabilidad de nuestros actos.
- Manteniendo una buena comunicación con tu pareja, siendo amigo de la persona que amas, cuidando los detalles, admirando y respetando.
- Resolviendo los problemas pendientes. No podemos esperar a que el tiempo sane heridas del camino, debemos pedir perdón y saber resolver nuestras diferencias.
- Pasando tiempo a solas con la persona amada. El matrimonio se protege con pequeños detalles; el amor no crece solo, el amor se cultiva.
Por último y no menos importante, un matrimonio que es fiel permite que sus hijos crezcan en un ambiente de seguridad emocional, donde se saben amados, valorados y apreciados, elementos necesarios para un buen desarrollo de los niños. Los hijos que han visto a sus padres respetarse y ser fieles el uno al otro, ven a la familia como el lugar al que siempre pueden regresar, les es más fácil respetar a sus hermanos, reconocer la autoridad y relacionarse con seguridad a la hora de construir su propio matrimonio.