Una buena amistad es sincera
Todos hemos escuchado la frase “Los amigos están en las buenas y en las malas” y pensamos que así debe de ser al 100 %, pero la realidad es que una buena amistad se construye no solo por lo que los amigos nos dan, sino también por lo que nosotros ofrecemos.
Por ejemplo, una amiga que está pasando por alguna dificultad económica en su negocio te habla por teléfono y te pide apoyo para solventar tu situación. Tú no tienes dinero para poder ayudarla, platicas con ella, al escucharla te das cuenta que ha cometido algunos errores que tú cometiste y ahora puedes compartir esta experiencia para que los evite y te ofreces a ayudarla para enseñarle.
En el sentido estricto no la ayudaste económicamente, porque no te era posible, pero le diste ideas de cómo resolverlo y evitarlo.
Las buenas amistades no son aquellas que nos resuelven de momento nuestras dificultades. Están en los momentos buenos y malos, pero también son sinceras con nosotros al decirnos en que pueden o no ayudarnos, con tiempo, esfuerzo, acompañándonos y estando cerca de nosotros y nuestras familias.
En una buena amistad, la sinceridad es uno de los valores fundamentales, ambos lados deben entender que tal vez haya momentos en los que no se pueda apoyar como uno quiere y que también nos hacen ver nuestras fallas desde otra perspectiva sin estar de acuerdo en todo.
La amistad sincera se trabaja, es de dos vías, y no siempre te dice lo que quieres escuchar, te dice la verdad.